¿A dónde quiero llegar? Pregunta que da vueltas en mi cabeza desde hace un tiempo. Me encuentro en varios conflictos que mi mente está va de discutir, debido a lo complicado que cada vez se torna mi existencia. Caer en lo pesimista es inevitable cuando lo que quieres hacer no te sale bien.
Pero eso es lo de menos, ya que, si sabes a donde quieres llegar, nada te puede parar, aunque llueva truene o relampaguee no tienes que darte por vencido, al contrario, tienes que rodearte de personas que valgan la pena y te den ánimos cuando lo necesites para poder encontrar en ellos un apoyo, inspiración y una mano para que te levanten cuando lo necesites.
Eso es lo que he estado haciendo en los últimos días, desechando «amistades» que no valen la pena, por amistades que realmente son valiosas. Si te vas a rodear de personas, asegúrate de que tengan los mismos ideales, sueños, metas y propósitos que tengas. Ya que de esta manera podrán brindarte de sus conocimientos, consejos y darte ayuda cuando creas que se ha secado el río en el que estás pescando.
Tengo amigos periodistas, locutores, productores, escritores; y saben, no los busqué, uno a uno han llegado a formar parte de mi vida y son amistades muy valiosas para mi.
Cuando sabes a donde quieres llegar, Dios se encarga de poner en tu camino a las personas adecuadas para ayudarte a que cumplas el propósito que hay para tu vida.
Solo analiza, estudia y define a donde quieres llegar y lo que quieres ser en la vida y lo demás, déjalo en las manos de Dios. Claro, no te quedes solo viendo y esperando, es de actuar, de creer que lo vas a lograr y tarde o temprano lo podrás conseguir.
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